sábado, 31 de agosto de 2013

''La vida íntima de Julia Norris'' (1946)

La vida íntima de Julia Norris de Mitchell Leisen (To each his own, 1946)

Amores y desgracias caídos del cielo


 El melodrama es un género difícil de abordar, puesto que el director ha de narrar y filmar consiguiendo que los espectadores empatizen con los sentimientos de todos los personajes y lograr asi que afloren de forma natural y verosímil sus emociones.
Hay muchas películas pertenecientes a este género que devienen fácilmente en una sucesión de escenas y situaciones que pretenden conmover al espectador de forma casi obscena, induciéndole al llanto fácil mediante la exageración, la sobreinterpretación de los actores y torpes realizaciones que emplean el primer plano y música triste o dramática a todo volumen como recurso fácil.

Y es que el melodrama es un género reservado para los grandes maestros, aquellos que de verdad logran conmovernos de forma sincera y eficaz, dejando en nosotros algo así como una huella imborrable en nuestro corazón, algunos de ellos son, Douglas Sirk, Max Ophuls o Kenji Mizoguchi. 


 La película que hoy comento, es una auténtica delicia, una de esas películas que ejerce una atracción especial sobre el espectador. Dirigida por Mitchell Leisen, director que, si bien no posee la enorme categoría de los anteriores directores citados, sí que demostró un gran talento para la comedia (Midnight, Easy Living) y de un elegante, sensible y preciso estilo para el melodrama, siendo el más destacado de todos: La vida íntima de Julia Norris. 


La historia fue escrita por Charles Brackett y él mismo junto a Jacques Théry y Dodie Smith elaboraron el guión, que si bien resulta atractivo, no alcanzaría la excelencia sin la elegante y estilizada puesta en escena de Leisen, que con la fotografía de Daniel L. Fapp y la estupenda música de Victor Young, confiere a la película un tono especial, conviertiéndola en una especie de cuento de amor realista y mágico.

La cámara está siempre situada a la distancia justa, predominio del plano medio, con una luz suave y contrastada sin llegar al claroscuro, el primer plano se usa exclusivamente para los momentos más intensos, ésto unido a la contención del reparto actoral, en la que sobresale la destacadísima actuación de su protagonista, una delicada Olivia de Havilland, ganadora del Oscar a la mejor actriz principal, hacen el resto. 


 Julia Norris rememora su vida, una oscura y desangelada Nochevieja, en un flashback que ocupa casi toda la película, a pesar de los dramáticos acontecimientos que le suceden, hay en ella, una esperanza que nunca se apaga, una ilusión en el amor inquebrantable.
La habilidad de Leisen está en emocionar al espectador manteniéndole siempre al borde de la lágrima, hay por lo tanto sensibilidad, no noñería. Una obra magnífica a descubrir y a reivindicar, espero que la veais y os emocioneis como yo lo he hecho.   



NOTA: 9.

Por Juan Murillo Bodas.

 

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