sábado, 22 de febrero de 2014

Robert Mulligan, maestro del romanticismo cinematográfico


Robert Mulligan con Gregory Peck en el rodaje de ''Matar a un ruiseñor''.

 Si hay un director que consigue que te enamores de sus películas cuando descubres su cine, ese es Robert Mulligan. Magnífico e injustamente olvidado realizador, que supo dotar a la mayoría de sus cintas, de una cautivadora sensibilidad y belleza. Maestro a la hora de retratar la infancia-adolescencia-juventud con sutilidad, emoción y dolor en la gran pantalla y por tanto, en contar historias románticas que nos suceden a todos en la vida, como el primer gran amor.
Mulligan, reflexiona de manera muy atinada sobre esas fases y experiencias cruciales, que terminan marcandonos, esa aterradora y necesaria evolución del ser humano, que comprende desde la infancia hasta la madurez definitiva. Sus films están recubiertos de un halo de nostalgia especial. Su obra más aclamada fue ''Matar a un ruiseñor'', claramente su película más sólida, con la cual consiguió su única nominación al Oscar como director y también una candidatura a los premios del Gremio de Directores (posteriormente, estaría nominado en 3 ocasiones más) y optaría a su segundo Globo de Oro por la bellísima y amarga ''Verano del 42''. Curtido en la televisión, no gozó en el cine de tanto reconocimiento crítico, como personalmente, creo que se merecía, a pesar de que contaba con una carrera breve pero generalmente brillante. En resumen, creo que es un desconocido para el gran público, al margen de su obra cumbre ''Matar a un ruiseñor''. Repasamos sus obras más destacables, con el ánimo de que este texto, sirva para que los espectadores, le descubran un poco más. Un cineasta que supo profundizar como pocos, en las emociones humanas, con enorme sutileza y autenticidad. Adoro su cine.

''Cuando llega septiembre'', 1961

Es una de las cintas menores de Mulligan, pero la incluyo aquí, por ser muy curiosa dentro de su filmografía, se trata de uno de sus primeros largometrajes, en el cual, no es tan patente el tono sensible y muy personal que aplicó a sus películas posteriores, es un film liviano e intrascendente. Un divertimento, una comedia romántica de enredos varios, a mayor gloria de su pareja protagonista, Rock Hudson (correcto en drama, pero sobresaliente en comedia) y Gina Lollobrigida, que cumplen con su cometido. La dulzona y jovial música de Bobby Darin pone el resto, él mismo también participa en la película como actor, junto a una de sus parejas en la vida real, Sandra Dee. Interesante para pasar un buen rato pero poco más.



''Matar a un ruiseñor'', 1962

Esta descomunal película, es sin duda, un poderoso alegato en contra del racismo y los prejuicios en general. A su vez, Mulligan retrata la pérdida de la inocencia por parte de los dos hijos del abogado Atticus Finch, de manera sobrecogedora y bellísima. Gregory Peck firma la mejor interpretación de su carrera, que le valió su único Oscar como mejor actor, está magnífico y contenido, dando vida a uno de los mejores padres cinematográficos, que intenta inculcar a sus vástagos, algunos de los mejores valores que puede poseer un ser humano: bondad, tolerancia y piedad. Una cinta totalmente imprescindible.


''Amores con un extraño'', 1963

Este gran melodrama fue la segunda cinta que rodó Mulligan después de la película que marcó su carrera, ''Matar a un ruiseñor''. ''Amores con un extraño'' posee una premisa sencilla, pero que igualmente merece la pena como film, por el habitual conmovedor tratamiento de la historia que realiza Mulligan y en especial, por los esforzados trabajos de Steve McQueen y Natalie Wood, sobre todo ésta última, que está estupenda, consiguiendo por su labor su tercera y última nominación al Oscar como Mejor actriz. La inolvidable protagonista de ''Esplendor en la hierba'' repetiría un par de años después con este mismo cineasta, en la desoladora ''La rebelde''. 
 


''La última tentativa'', 1965

Melancólica, bonita y amarga. Con unos fantásticos Lee Remick y Steve McQueen. No es redonda, pero merece mucho la pena. McQueen interpreta a un fuera de la ley que termina regresando a su hogar, un personaje rebelde que le pega mucho y lo borda, realizando una interpretación muy sentida, sutil y tierna. Este actor además de ser carismático como pocos, tenía mucho talento y está claro que la cámara lo adoraba. También Lee Remick, vuelve a dar muestras de lo buena que es como intérprete. Y una vez más, la mano maestra de Mulligan, vuelve a indagar como pocas, en las emociones humanas, retratandolas de una manera que encoge el corazón. Una de las mayores habilidades de este cineasta, es su gran capacidad para llegar al corazón del espectador medianamente receptivo o sensible, pero no a través de escenas que invitan claramente al público a llorar, si no, dejando que los sentimientos fluyan en pantalla de manera auténtica. Sus películas son sentimentalmente contenidas, pueden emocionar pero no manipulan tan descaradamente al espectador con secuencias excesivamente melodramáticas o cursis.



''La rebelde'', 1965

 Narra el ascenso al estrellato de una adolescente que se convierte en actriz de la noche a la mañana. La película es agridulce e irregular en su desarrollo, pero se mantiene a flote por una portentosa Natalie Wood y una excelente Ruth Gordon, así como por el oficio de Robert Mulligan. La propia Wood, manifestó que Daisy Clover fue el personaje favorito de toda su carrera, al sentirse poderosamente identificada con él.
La cinta cuenta con una de las primeras apariciones cinematográficas de Robert Redford, dando vida al interés amoroso de la protagonista.



''Verano del 42'', 1971

''Verano del 42'' es la clásica historia de relación amorosa entre un adolescente y una mujer madura, pero en las sabias manos de Mulligan, se convierte en algo más, alcanzando altas cotas de melancolía, ternura y belleza, a lo que también ayuda una BSO mágica a cargo de Michel Legrand (Oscar a la mejor banda sonora original), que remarca el carácter de cuento romántico de la película, todo ello, crea un halo muy especial, que consigue que se diferencie de otras historias similares. Como he comentado en líneas anteriores, Mulligan retrata y reflexiona sobre la infancia o la adolescencia de una manera apasionante. ''Verano del 42'' sin ser una maravilla, resulta memorable por lo preciosa que es, deja huella. Es sin duda, una de las mejores obras de Mulligan, que analiza el impacto del primer gran amor, aquel que en muchas ocasiones, no se olvida. 


''El otro'', 1972

Del universo cinematográfico sentimentalista de Mulligan pasamos a un reverso tenebroso en esta cinta de terror psicológico, el director demuestra su versatilidad con una propuesta muy alejada de lo que suele hacer y sale muy bien parado. Aterradora, singular y muy recomendable.



''Un verano en Louisiana'', 1991

Se trata de una actualización de ''Matar a un ruiseñor'' o más concretamente de ''Verano del 42''. Mulligan se interesa de nuevo por la adolescencia y sus problemas. ''Un verano en Louisiana'' supuso el debut cinematográfico de Reese Witherspoon y pocas veces ha estado tan bien. Actriz con tendencia a la sobreactuación, aquí es todo lo contrario, consiguiendo regalarnos una interpretación muy contenida, auténtica y encantadora, está estupenda. Esta onírica, emotiva y bella película fue la última que rodó Mulligan, cerrando con broche de oro una gran carrera. 

 

Robert Mulligan, fue sin duda, un gran desconocido, pero para servidora, es un director magnífico y genuino, me tiene encandilada. Su carrera se vio ensombrecida por la obra maestra incontestable que realizó ''Matar a un ruiseñor''.  Pero después de esta película que marcó su carrera, hubo cintas muy apreciables, que merecen vuestra atención.  

Por último, hay que destacar, su fantástica labor en la dirección de actores, todas tienen un poderoso nexo en común, la sutilidad interpretativa. La mayoría de sus intérpretes, ofrecen actuaciones contenidas y minimalistas, que dejan constancia, que en muchas ocasiones, ''menos es más''. 5 de sus actores consiguieron nominaciones al Oscar fueron, Natalie Wood por ''Amores con un extraño'', Ruth Gordon por ''La rebelde'', Ellen Burstyn por ''El próximo año a la misma hora'' y Mary Badham y Gregory Peck por ''Matar a un ruiseñor'', este último ganando por fin el Oscar como mejor actor. 

jueves, 20 de febrero de 2014

Preston Sturges, talento cómico transgresor

   
 "Me ha llevado ocho años llegar a lo que yo quería. Pero ahora, si no me quedo sin ideas - y espero que no - nos divertiremos. Hay películas maravillosas por hacer, y si Dios quiere, yo voy a hacer algunas de ellas". Preston Sturges.


Preston Sturges, nació el 29 de Agosto de 1898 en Chicago. Cuando tenía 3 años, viajó con su madre Mary Estelle Dempsey a París, debido a que su progenitora deseaba continuar su carrera como cantante. De adolescente, Edmund Preston Biden (Preston Sturges) ayudaba en las producciones teatrales de una amiga de su madre, la actriz Isadora Duncan, con la cual, recorrió en su infancia, diversos países europeos, para completar sus estudios. En 1917, se alistó como voluntario en el ejército americano con la intención de combatir en la I Guerra Mundial, pero la paz llegó antes, de que pudiera terminar su adiestramiento como piloto. Comenzó a escribir libretos en 1929, poco después de recuperarse de una apendicitis, su primera obra de teatro escrita por él, se tituló ''The Guinea Pig'', con la que logró un gran éxito y al año siguiente, se representaría en Broadway. Tras los estrenos de algunas obras que no funcionaron, los problemas económicos le obligan en 1932, a marcharse a Hollywood para hacer más dinero. Sturges, como es lógico, albergaba el firme deseo de dirigir sus propios guiones, pero antes de llegar a esa etapa anhelada, tuvo que escribir para otros cineastas tan conocidos, como William Wyler, Howard Hawks o Mitchell Leisen. No solía estar contento con la manera en que otros realizadores manejaban sus diálogos, especialmente Leisen, del cual, terminó harto. Fue famoso por crear un excelente ambiente en sus rodajes, dejando libertad a sus actores para que se lucieran. Colaboró con algunas de las mayores estrellas de la época, como Barbara Stanwyck, Claudette Colbert, Henry Fonda o Veronica Lake.

''El milagro de Morgan Creek''

Preston Sturges, podría ser definido como el ''bicho raro'' dentro de los grandes nombres de la comedia clásica, se le denominaba el ''anti-Capra'', porque al contrario, que éste, mostraba una versión menos idealizada del mundo que lo rodeaba, un tono más pesimista y audaz, casi siempre, con el afán, de meter el dedo en la llaga. Renovó el género cómico, de una manera totalmente rompedora, como por ejemplo, atreviendose a introducir de trasfondo, temas arriesgados para la época como el sexo, la pobreza, la corrupción o el asesinato. El descaro de sus ingeniosas líneas de guión, parece más cercano al gamberrismo de las buenas comedias actuales, fue un adelantado a su tiempo. Además, se le considera, uno de los padres de la screwball comedy. El uso de ciertos recursos narrativos (como la cámara acelerada siguiendo a sus personajes en modo frenético) remarcan todavía más, el carácter disparatado y vitalista de sus cintas.

''Un marido rico''

Fue un visionario, que dotó a sus películas de una visión más descreída y sarcástica de las relaciones humanas, con un humor negro, pícaro y deslenguado, no exentas de crítica feroz a la sociedad americana, en títulos emblemáticos como ''El gran McGinty'' o ''Los viajes de Sullivan''.
Al mismo tiempo, también conseguía aúnar la emoción con el cinismo, de este modo, lograba que el público y la crítica empatizaran con sus historias, a lo largo de su carrera, cosechó sus mayores éxitos con ''Navidades en Julio'', ''Las tres noches de Eva'', ''Los viajes de Sullivan'', ''Un marido rico'' y ''El milagro de Morgan Creek''. Por los Oscar, fue más valorado por sus estupendos guiones que por su faceta como director, estando nominado en 3 ocasiones por ''Salve, héroe victorioso'', ''El milagro de Morgan Creek'' y ganandolo por ''El gran McGinty'' en 1941 (ácida crítica a la política).

Sturges dirigiendo a Barbara Stanwyck y Henry Fonda en ''Las tres noches de Eva''

Guionista y director, comenzó a dirigir su propio material, a partir de 1940 y gracias a que fue contratado por la Paramount, que le ofreció la libertad artística que necesitaba, a cambio, en algunos casos, de realizar films de bajo coste. Tanto le costó llegar a la silla de director, que en 1939, les ofreció su guión de ''El Gran McGinty'' por un dólar, el cual había escrito seis años antes, con el requisito, de que fuese también el director. Debido a sus grandes esfuerzos, alcanzó la proeza, de ser el primer guionista de Hollywood que se podía permitir el placer de dirigir sus propios libretos, allanó el camino para que otros realizadores posteriores pudieran debutar en la dirección, nombres tan brillantes como Billy Wilder o John Huston. Preston Sturges era un valiente, que tuvo la osadía de plantarle cara a los Estudios, que en aquella época, ejercían un excesivo control sobre todo. Un autor con todas las letras, dentro de un género que ha sido denostado a lo largo de la Historia del Cine, como es la comedia.
Sturges, desde 1940 hasta 1944, mantuvo una actividad frenética, estrenando numerosas y exitosas películas. Se convirtió en uno de los guionistas mejor pagados. Cuando abandonó la Paramount, fue dando tumbos, rodando una serie de comedias que no funcionaron y Hollywood terminó dandole la espalda. Durante los últimos coletazos de su carrera, se asoció con Howard Hughes y crearon la productora California Pictures, pero Sturges terminó siendo despedido del rodaje de ''Vendetta'' por Hughes, tras una fuerte discusión entre los dos.


''Dirigir para mí, es fácil. Porque soy guionista-director y hago todo mi trabajo de dirección cuando escribo el guión. Probablemente es más complicado para un director normal. Seguramente el director normal, tendrá que leer el guión la noche anterior del inicio de rodaje y también hacer unos pocos deberes previos''.


Poco después, Preston Sturges se retiró del cine ante los fracasos comerciales de sus últimas películas y la escasez de oportunidades. Durante un breve período de tiempo, se centró en la escritura y el teatro. Intentó adaptar para la gran pantalla el guión de ''The Millionairess'' de George Bernard Shaw, con Katharine Hepburn de protagonista, pero finalmente, el proyecto, que se iba a rodar en Londres, no llegaría a buen puerto por falta de financiación. En 1955, filmaría su última película ''Les Carnets du Major Thompson'', que en esta ocasión, rodaría en Francia.

Fallecería el 6 de Agosto de 1959, enfermo y solo, en una habitación de un hotel de Manhattan, estaba trabajando en sus memorias, cuando la muerte llamó a su puerta de manera repentina, le dio un ataque al corazón fulminante. Fue sin duda, uno de los mayores y más innovadores genios de la comedia clásica. Su genialidad nunca pasará de moda. Uno de esos cineastas imprescindibles, que las nuevas generaciones de cinéfilos, no deberían dejar de descubrir. No dejeis escapar títulos tan sobresalientes y singulares como ''Las tres noches de Eva'' y ''Los viajes de Sullivan'', para mí, las dos joyas más indiscutibles de su irregular filmografía.


 Sus 11 mandamientos para crear con una comedia, que combine el éxito crítico y de público eran...

Una chica bonita es mejor que una fea
Una pierna, mejor que un brazo
Un dormitorio, mejor que una sala de estar
Una llegada, mejor que una partida
Un nacimiento, mejor que una muerte
Una persecución, mejor que una charla
Un perro mejor que un paisaje
Un gatito, mejor que un perro
Un bebé, mejor que un gatito
Un beso mejor que un bebé
Y una buena caida, mejor que ninguna otra cosa

Títulos destacados

Como guionista

''Recuerdo de una noche''
''Una chica afortunada''
''La comedia de la vida''
''Una chica angelical''

Como director

''Las tres noches de Eva''
''Los viajes de Sullivan''
''El gran McGinty''
''Un marido rico''
''Salve, héroe victorioso''
''El milagro de Morgan Creek''
''Navidades en Julio''

sábado, 15 de febrero de 2014

Audrey Hepburn, la dulzura hecha actriz (+ 9 películas claves) (I)



 Audrey Hepburn (Audrey Kathleen Ruston) nació el 4 de Mayo de 1929 en el distrito de Ixelles en Bruselas, Bélgica. De pequeña fue testigo directo de la miseria y las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, ella provenía de una noble familia (su madre fue una baronesa holandesa llamada Ella Van Heemstra). Tras la separación de sus padres en 1935 (su padre abandonó a la familia, al parecer, sus progenitores simpatizaban con Hitler, para esconder los orígenes británicos de su hija, su madre Ella, ocultó su verdadera identidad bajo el nombre Edda Van Heemstra y la obligó a hablar holandés, de ese modo, Audrey adquirió una nacionalidad falsa), se fue a vivir con su madre a Londres y asistió a los mejores colegios para chicas. Pero mientras estaba de vacaciones con su madre en Arnhem (Holanda), el dictador Adolf Hitler tomó el control de la ciudad.
Audrey pasó malos tiempos en su infancia (desde los diez años hasta los quince), debido a la ocupación nazi en Holanda y Bélgica, sufrió depresión, problemas respiratorios y malnutrición, durante largo tiempo tenía poco que llevarse a la boca, debido a que desde 1944, los alemanes confiscaron los alimentos y los combustibles de la población holandesa, a consecuencia de ésto, muchos holandeses morían de hambre y frío. Las penurias que sufrió de jovencita, la concienciaron para ayudar a los niños pobres del Tercer Mundo cuando llegó al estrellato, colaborando muy de cerca con Unicef.
Durante los tiempos de guerra que vivió, siempre colaboró para la Resistencia holandesa, ya fuese ofreciendo representaciones de ballet o haciendo llegar mensajes secretos en su calzado. Se formó como bailarina de ballet desde muy temprana edad en Ámsterdam pero cuando posteriormente regresó a Londres para continuar sus estudios, tuvo que dejarlo al poco tiempo, porque las privaciones a que las había sido sometida, hicieron mella en su constitución y además, al crecer, resultó ser demasiado alta para esta disciplina artística (1,70), aunque según comentó una de sus profesoras, tenía excelentes aptitudes para la danza. Es en tierras británicas donde inicia su carrera como actriz ante los escasos recursos económicos con los que contaba su familia, primero en breves apariciones en películas británicas de poca relevancia o como corista en producciones musicales del West End londinense y luego siendo escogida para la obra de teatro ''Gigi'' durante el rodaje de ''Montecarlo Baby'', que se representaría en Broadway posteriormente, gracias a las estupendas críticas que cosechó por este trabajo, llegó su gran oportunidad cinematográfica que la convertiría en estrella y le daría su primer y único Oscar por ''Vacaciones en Roma''. En principio, el papel era para Elizabeth Taylor o Jean Simmons, pero el fantástico director William Wyler quedó enamorado de Audrey en su prueba de cámara: «Tiene todas las cosas que busco: encanto, inocencia y talento. Además es muy divertida. Es absolutamente encantadora. No dudamos en decir que es nuestra chica».

Genuina, encantadora, talentosa, frágil, humanitaria, dulce... Audrey Hepburn es considerada un icono cinematográfico, por su elegancia innata, su indudable talento y su ángel. Una intérprete única, que ha enamorado (y seguirá haciendolo) a generaciones y generaciones de espectadores.

''Me encanta la gente que me hace reír. Honestamente, creo que es lo más me gusta hacer, reír. Cura muchas enfermedades. Es posiblemente, lo más importante en una persona''.

Una actriz sutil, que nunca necesitó de grandes aspavientos para demostrar su valía, sus grandes y expresivos ojos (que dejaban vislumbrar la bondad de su alma), fueron una herramienta ideal para hacer creíble todo tipo de personajes, su mirada transmitía mucho, conseguía alcanzar todos los recovecos emocionales de cada papel. Era una intérprete muy natural, sin un ápice de impostación. Fue una actriz muy querida y respetada no solamente por el público, si no también, por la crítica y sus propios compañeros de profesión.


Aunque era un rostro habitual de la comedia romántica sofisticada, también se prodigó en otros registros, asumiendo considerables riesgos interpretativos para demostrar que era una actriz sólida y versátil, algo que consiguió con creces, en cintas tan dispares como ''Charada'', ''Sola en la oscuridad'', ''La calumnia'', ''My fair lady'', ''Ariane'', ''Robin y Marian'', ''Dos en la carretera'' o en su película favorita ''Historia de una monja'' (posiblemente, uno de sus trabajos más matizados y complejos, en el cual, se despoja de cualquier artificio, para entregarnos una interpretación muy medida y audaz). Con su candor y aura especial iluminaba la pantalla como pocas. Personalmente, tengo que reconocer, que la adoro. Hay actrices que seguramente serán más versátiles o más sólidas, pero Audrey fue una intérprete magnética, que encandilaba por su dulzura, talento, estilo y belleza personalísima. Con motivo del reciente 21 Aniversario del fallecimiento de esta estrella belga, repasamos su interesante carrera, a través de 9 títulos claves, que dejan constancia de las capacidades interpretativas de esta actriz irrepetible. 



''La Calumnia'' 
(William Wyler, 1961)
 Por Alba Mirás (Clásicos eternos)

William Wyler uno de los directores más polivalentes que ha dado el viejo Hollywood, dirigió esta segunda versión cinematográfica de la obra teatral de Lillian Hellman ''The Children's Hour'', anteriormente, en 1936, la adaptó a la pantalla por primera vez en ''Esos tres'', en aquella ocasión, protagonizada por Merle Oberon, Miriam Hopkins y Joel McCrea. Audrey Hepburn y Shirley MacLaine son acusadas falsamente como pareja de lesbianas por una maliciosa y odiosa alumna, la película retrata de manera muy certera el gran poder que ejerce una mentira de este calibre en una sociedad conservadora. Es un material muy valiente y arriesgado para la época, que no se corta en retratar de manera bastante abierta, la homosexualidad femenina, a través del personaje de una maravillosa Shirley MacLaine, alejada de sus registros más cómicos, que borda un papel bastante complejo. MacLaine y Audrey están sensacionales, marcandose un duelo actoral de gran altura, de los más inolvidables de la Historia del Cine. Sin duda, estamos ante una de las mejores películas del tándem Wyler-Hepburn (repitieron también en ''Vacaciones en Roma'' y ''Como robar un millón'', pero en mi opinión, ''La Calumnia'' es su colaboración más sólida). Imprescindible. Se comprueba una vez más, la grandeza interpretativa de Audrey, que consigue que actuar, parezca fácil. Su sobriedad es de agradecer.


''Charada'' 
 (Stanley Donen, 1963)
  Por Alba Mirás (Clásicos eternos)

La reunión cinematográfica de dos de las estrellas más queridas y cotizadas de la época, no fue sencilla. Cary Grant, previamente, se negó a protagonizar ''Ariane'' o ''Sabrina'', que fueron a parar a Gary Cooper y Bogart respectivamente. La reticencia principal de Grant derivaba de su reparo a la hora de interpretar al interés amoroso de una actriz a la que llevaba 25 años, cuando él rondaba la cincuentena, no deseaba ser visto como un ''viejo verde'' en pantalla. Este escollo quedó superado, cuando convenció a los guionistas, de que el personaje de Audrey fuera el que lo seducía en la cinta. Ambas estrellas se admiraban entre sí, pero su primer encuentro fue un poco accidentado, quedaron a comer y Audrey estaba muy nerviosa, al tener a su ídolo de la infancia delante de sus narices. Terminó derramando una copa de vino, encima de la chaqueta del impoluto traje de Grant, el actor se la quitó y siguió hablando con ella como si no hubiese pasado nada, terminarían conectando a las mil maravillas tanto dentro como fuera de la pantalla.
''Charada'' es una película fascinante, altamente entretenida, maravillosa y frenética, una historia de amor en clave de suspense, en definitiva, una comedia romántica con notables pinceladas de thriller y con sorprendentes giros argumentales, que podía haber sido rodada perfectamente por Hitchcock. En conjunto, una rara avis cinematográfica, que funciona como un reloj suizo a todos los niveles. Grant y Hepburn, fantásticos y desprendiendo una química tremenda entre ellos. La película fue producida por Donen y Grant, a través de su productora Grandon. 



viernes, 7 de febrero de 2014

Centenario Vivien Leigh: ''Lo que el viento se llevó'' (1939)

El refulgente brillo de un mundo decadente





Se trata de una de las primeras películas que simbolizan el espectáculo cinematográfico total tal y como lo concebimos en la actualidad y una clara muestra del depurado clasicismo de la época de los grandes estudios de Hollywood. A menudo se le achaca a esta película una defensa de los valores conservadores que en cierta forma pervivían en el sur de los EE.UU, de ser un producto excesivamente empalagoso y de escasa profundidad… A este respecto hay que decir que no les falta cierta razón a esas críticas ya que se nos presenta una visión en exceso sesgada del mundo del viejo Sur, demasiado suavizada oportunamente por su productor y gran artífice David O. Selznick. 


La fuerza y el ritmo que posee la película cautivan, olvidando el espectador de alguna forma, la verosimilitud en la construcción del marco histórico donde todo ocurre. Dicho esto, lo más importante de la película y lo que ha ejercido una fascinación extraordinaria sobre generaciones y generaciones de espectadores, es cómo unos personajes llenos de pasión y testarudez algunos y de bondad y nobleza otros, luchan contra las adversidades: la guerra, la pobreza, el desamor y la muerte. Así, la gran virtud de la película es conjugar la épica con el intimismo de carácter folletinesco impregnado de un desatado romanticismo, todo ello bien es cierto servido a través de un guión filmado decididamente de forma irregular…ya que la fluidez a través de numerosos encadenados y elipsis de la primera parte, contrastan con un ritmo más cadencioso en la segunda, dicho guión apareció firmado por Sidney Howard en solitario, aunque Oliver H.P. Garrett y especialmente Ben Hecht colaboraron en la adaptación cinematográfica de la extensa novela homónima de Margaret Mitchell. 


Por supuesto otro de los logros de la película es su espléndida factura técnica, la fotografía marcará un antes y un después en el uso del technicolor. Sus responsables: Ernest Haller y Ray Rennahan logran un espléndido trabajo en el uso de las diferentes iluminaciones de los ambientes así como una extraordinaria movilidad de la cámara a través del travelling y la grúa. En cuanto a la música, poco se puede añadir de la fabulosa y atronadora partitura de Max Steiner, especie de poema épico y que inicia la película anunciando que vamos a ver una tormentosa e intensa historia. 


Parte fundamental por supuesto son los actores. La arrebatadora, indestructible y caprichosa Scarlett O´Hara es interpretada de forma insuperable por una espléndida Vivien Leigh; Rhett Butler el aventurero romántico con el corazón roto de amor, también resulta sobresaliente con la presencia arrolladora de Clark Gable; también muy bien en sus papeles están Olivia de Havilland como la bondadosa y sufrida Melanie Wilkes, y su esposo el clásico galán sureño encarnado por el actor inglés Leslie Howard. Película fundamental en la Historia del cine, especialmente por la magnitud de su producción, hay que juzgarla eso sí en su justa medida, lo que es indudable es que se trata de una gran película.

NOTA: 8. 


Por Juan Murillo Bodas

 

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