lunes, 10 de abril de 2017

Edgar Neville, alta comedia a la española




Descubrí a Edgar Neville gracias a esa estupenda herramienta de difusión del cine español que es el espacio de La 2 ''Historia de nuestro cine''. Empecé con ''La vida en un hilo'' y ya no pude parar de visionar su cinematografía, uno de los cineastas más estimulantes que te puedes encontrar. Eso es lo que siempre debería de ser la televisión pública, un medio al alcance de todos para culturizarnos en diversas materias, incluida la asignatura Séptimo Arte.

Edgar Neville posee algunas de las virtudes que hicieron grandes a directores de la alta comedia americana -como Frank Capra, Preston Sturges, Ernst Lubitsch, Leo McCarey o George Cukor- : personalidad, ingenio y elegancia. Probablemente es el homólogo español de alguno de ellos o del francés Jean Renoir a quien también le une algunas similitudes evidentes -ambos comparten el amor por las clases más humildes y por el retrato humano en el que prima la camaradería y la solidaridad, el sentido del humor que suele impregnar sus obras o algunas situaciones con un espíritu similar-, su cine es anómalo dentro del celuloide de aquella época y en términos generales. Humor fino e inteligente que suele interesar más a los cinéfilos VS. humor de trazo grueso que suele fidelizar más a la masa -especialmente al público actual-. Quizá sea un tópico decir que la comedia clásica fue la mejor, pero no deja de ser cierto. En la actualidad, no se quiere correr riesgos y se recurre en muchas ocasiones a un tipo de humor simplón o tontorrón.



Neville fue un autor insobornable y de independencia creativa muy notoria. A contracorriente de un cine cómico más tópico o demasiado españolizado, y también coqueteando con gran acierto en otros géneros, como el fantástico o el noir. Muchas de sus películas se consideran imprescindibles dentro de nuestro cine -''El baile'', ''Domingo de carnaval'', la pionera dentro del fantástico que con los años se convertiría en cinta de culto ''La torre de los siete jorobados'', ''El último caballo'', ''La vida en un hilo'' o ''El crimen de la calle Bordadores''-. En definitiva, un renovador de nuestro cinematógrafo que apostó por un cine refinado y audaz, con hechuras más universales. Demostrando una admirable solidez y frescura en los guiones, y dotando a sus personajes de matices y autenticidad. Curiosamente a pesar de su confesado recelo hacia la técnica cinematográfica, sus filmes están plagados de momentos plásticos muy logrados, Neville domina el primer plano, los movimientos de cámara, el fuera de campo o se mueve cómodamente en ambientes expresionistas, se atreve a coquetear con el surrealismo o no reniega a aproximarse a la estética de documental. Fue el abanderado del sainete, un género cómico considerado trasnochado y menor hasta que él lo revitalizó en muchos de sus filmes.


Durante su estancia en Estados Unidos, primero como diplomático y posteriormente como guionista, Neville fraguó una amistad con Chaplin, como consecuencia de esta camaradería, el maestro británico le invitaría a actuar en la mítica ''Luces de la ciudad'' en un pequeño papel.    



Artista multidisciplinar -director, guionista, dramaturgo, pintor, productor y escritor- y amigo de Charles Chaplin durante su andadura profesional en USA trabajando para la Metro Goldwyn Mayer como dialoguista y guionista -puesto que en aquella época se rodaban versiones en español de producciones estadounidenses destinadas al mundo hispano-. En Hollywood se siente plenamente feliz y mantiene una actividad frenética. Una vez que ya se asienta en la meca del cine, comienza a introducir en el mundillo hollywoodiense a muchos de sus amigos españoles, como Luis Buñuel, José López Rubio, Eduardo Ugarte o Enrique Jardiel Poncela. Desarrolló su carrera de cineasta entre los años 40 y 50, después daría el salto a la realización televisiva dirigiendo algunos Estudios 1. Su valiosa trayectoria ha quedado ensombrecida durante muchos años, principalmente porque su estilo era muy distinto al que más aceptación tenía entre el público de la época -durante los años 40, la mayoría de películas eran de folclóricas o épicas exaltando al régimen franquista- y coetáneos suyos como José Luis Saénz de Heredia, Rafael Gil o Juan de Orduña realizaban cine más comercial en consonancia con los gustos imperantes de esa sociedad española. Y Neville -pese a los rasgos castizos de muchas de sus obras- estaba más en sintonía con el humor sofisticado y ácido de la época dorada de Hollywood.  



Curiosidades

Edgar Neville y Jean Renoir comparten una secuencia prácticamente idéntica en dos de sus títulos, ''La ironía del dinero'' y ''Elena y los hombres'' respectivamente.

La elegante y personalísima actriz Conchita Montes fue su musa más destacada y pareja sentimental de largo recorrido -comenzaron su relación en 1939 cuando Conchita fue contratada como guionista para la cinta ''Frente de Madrid'' y de manera fortuita, debutaría como intérprete en esa misma película, estarían juntos hasta el fallecimiento de Neville en 1967-. Ambos eran personas cultivadas y de clase acomodada.

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