lunes, 23 de diciembre de 2013

Margaret Sullavan, una actriz angelical


 Margaret Sullavan fue una magnífica intérprete de rostro angelical acompañado de una presencia magnética y adorable en pantalla, una de esas actrices cautivadoras e indelebles del cine clásico, que estaban dotadas tanto para la comedia como para el drama, a pesar de su procedencia teatral, sus interpretaciones resultaban muy espontáneas y sutiles, sin un ápice de impostación, te la creías siempre. En la línea de la escuela interpretativa clásica americana, donde primaba la contención por encima de la sobreactuación. Nació un 16 de Mayo de 1909. Como persona, se comenta que poseía un fuerte temperamento e indómita personalidad, se enfrentó al poderoso productor de la Metro Louis B. Meyer, al intentar ayudar a un guionista de ideas izquierdistas, negandose a su despido inminente, debido a esta admirable actitud, al director Sam Wood de ideas demasiado conservadoras, le dió un infarto. Parece ser que su dulce presencia escénica, contrastaba con su personalidad real, se dice, que era la actriz que más ponía de los nervios a Louis B. Meyer, entre ambos, siempre hubo una relación complicada y distante. A nivel de premios, Margaret fue una actriz poco reconocida, siendo nominada únicamente al Oscar en una ocasión, como mejor actriz, por su excelente trabajo en ''Tres Camaradas''. Era capaz de brillar incluso enfrentandose cara a cara con divas del cine como Joan Crawford por ejemplo, compartieron planos en ''La hora radiante'' y Margaret como secundaria, conseguía no quedar ensombrecida ante el torbellino interpretativo que es esta mítica intérprete, las dos están magníficas.


Sus mayores etapas de esplendor se produjeron durante los años 30 y 40, debutando como protagonista en ''Parece que fue ayer'' de 1933, bajo la batuta de un gran realizador de melodramas, John M. Stahl. No tuvo dificultades para adaptarse al cine, al cambiar de medio artístico, Margaret provenía de las tablas americanas, de hecho, en una compañía teatral, conoció al fantástico James Stewart, un actor clave en su trayectoria, con el que formaría una estupenda pareja cinematográfica, en pantalla eran pura dinamita, ya que tenían una química entrañable y muy especial, colaboraron en 4 ocasiones, siendo ''El bazar de las sorpresas'' del genio Ernst Lubitsch, la más destacable a nivel de calidad. Ésta última fue la película más famosa de su trayectoria, quizá junto a ''Una chica angelical'' del solvente William Wyler, está estupenda en ambas.

Su carrera fue desgraciadamente corta, contando tan sólo con 16 films entre 1933 y 1950, muchos de ellos, complicados de encontrar y de ver, hizo parones de tiempo considerable, ya que alternaba sus apariciones cinematográficas con el teatro y además, fue perdiendo rápidamente audición en el transcurso de los años, lo que dificultaba poder desempeñar su labor adecuadamente. Solía interpretar personajes de protagonista y trabajó con lo mejorcito del cine clásico tanto delante como detrás de las cámaras: Joan Crawford, Ray Milland, Ernst Lubistch, Glenn Ford, Charles Boyer, James Stewart, William Wyler o Frank Borzage. Fue una actriz que empezó a ser principalmente conocida por su labor teatral, aunque posteriormente, también gozó de gran éxito en el sector cinematográfico. Como otras estrellas clásicas, tuvo un desenlace trágico, murió a los 50 años en 1960, se especuló con que se suicidó debido a una ingesta excesiva de pastillas, pero no ha quedado esclarecido del todo, hay otra versión que asegura, que fue una muerte accidental. Margaret quedó muy afectada por la mala situación que atravesaban dos de sus tres hijos, Bridget y Bill, que estuvieron internados durante algún tiempo en instituciones mentales, sus íntimos aseguraron que esta mala época familiar, influyó mucho en su posterior recaída. Bridget, terminaría suicidandose de manera idéntica a como supuestamente lo hizo su madre, pocos meses después del fallecimiento de su progenitora, en Octubre de 1960 y Bill con 66 años en 2008, acabaría con su vida pegandose un tiro.

Una grandísima pérdida de una actriz irrepetible, que iluminaba la pantalla con su candor, carisma y picardía. A nivel sentimental, estuvo casada brevemente con Henry Fonda y William Wyler.


UN TÁNDEM  PERFECTO: SULLAVAN Y STEWART


Amigos desde sus inicios en el teatro, hicieron equipo hasta en 4 ocasiones, personalmente ''El bazar de las sorpresas'' me parece la más lograda. A continuación, repasamos sus colaboraciones conjuntas...


''Cuando volvamos a amarnos'' (Edward H. Griffith, 1936)


Primera colaboración del efectivo dúo Sullavan-Stewart. Correcto drama romántico, que no aporta nada nuevo al género, pero entretiene. El mayor atractivo reside en su trío protagonista, Margaret Sullavan, James Stewart y Ray Milland.



''El ángel negro'' (H. C. Potter, 1938)


Producida por el genial Joseph L. Mankiewicz, se trata de un drama romántico menor, que se sustenta básicamente en la innegable química de unos jovencísimos James Stewart y Margaret Sullavan, que salvan la pelicula con sus creíbles trabajos. Olvidable.


''El bazar de las sorpresas'' (Ernst Lubistch, 1940)


Deliciosa y entrañable comedia romántica del genio de la comedia Ernst Lubistch, con unos fantásticos James Stewart y Margaret Sullavan, que se complementan a la perfección, sus personajes viven una clásica y atrayente relación amor-odio, con un desenlace típico del género. Cinta luminosa e inolvidable, que deja un inmejorable sabor de boca. Como curiosidad, existe un remake posterior en clave de musical, titulado ''En aquel viejo verano'', inferior en calidad pero estimable, protagonizado por una gran Judy Garland.


''Tormenta mortal'' (Frank Borzage, 1940)


  Entretenida e interesante película con trama amorosa y política, ambientada en una Alemania convulsa, que deberá hacer frente a los inicios del nazismo, debido a la ascensión al poder del dictador Adolf Hitler. Unos convincentes Margaret Sullavan y James Stewart, verán como su amor se complica, a causa de sus ideales políticos, contrarios a los que rigen en aquel momento, el país en el que habitan, que está viviendo una monstruosa transformación, en pro de la desigualdad, el racismo y la masacre, los nazis se creían una raza superior y bajo sus cuestionables convicciones, eliminaron a todo aquel ser que consideraron inferior.

Rivalidades de cine: Bette Davis y Joan Crawford, el choque de dos colosos interpretativos

''Es vulgar e hipócrita. Se ha acostado con todos los actores de la Metro a excepción de la perra Lassie''. (Bette Davis sobre Joan Crawford).


 Dos reinas del melodrama clásico, que se decía, que mantuvieron una relación distante, fueron Bette Davis y Joan Crawford, quizá esta supuesta agria relación se exageró de cara a la galería para promocionar la película que ambas protagonizaban, pero francamente, a título personal, creo que algo de verdad sí había, las dos, ostentaban una considerable fama de mujeres difíciles, con las cuales, no era fácil lidiar en los rodajes y resulta lógico, que al juntar a dos mujeres de rompe y rasga como ellas en escena, debía de ser algo explosivo, tanto en el buen como en el mal sentido. Cuenta la leyenda, que la Crawford (de la cual, las malas lenguas, relataban su rumoreada promiscuidad), intentó seducir a Bette mediante regalos y cartas, la Davis se comenta, que siempre rechazó sus insinuaciones sexuales, ya que no le atraían las mujeres, por tanto, su odio venía de atrás, de antes de trabajar juntas, su mala relación era una de las comidillas de Hollywood. Como Bette Davis, supuestamente, aseguró después de la muerte de la Crawford, parece ser, que su rival, se enamoró de ella.


Ambas, también llegaron a rivalizar por el amor de un hombre, este hecho, se remonta a 1935, cuando Bette rodó junto al elegante actor Franchot Tone ''Peligrosa'', Bette se enamoró durante el rodaje y él le correspondió a la pasión pero no a su amor, en aquella época era el prometido de Joan Crawford. Franchot Tone era un hombre muy solicitado por las actrices de la época, tenía fama de seductor y cortejó a muchas mujeres. Joan estaba al tanto de esta aventura, pero se encontraba trabajando sin descanso para terminar de filmar su próxima película.
En definitiva, su rivalidad se remonta a los años 30, cuando Bette que pertenecía a la Warner (desde el principio de su carrera, tuvo que luchar para que le ofreciesen papeles de calidad, había sido descubierta en 1930 en Broadway por Jack Warner y la estaba desperdiciando en sus inicios como estrella cinematográfica, con papeles menores que evidentemente no estaban a su altura, su particular físico tampoco la ayudaba a integrarse en ese star system, la apodaban ''el patito feo'', a base de coraje y talento puro, fue poco a poco, labrandose una trayectoria más rica e interesante, convirtiendose a su vez, en una intérprete con un sello propio inconfundible, excesiva para algunos, intensa para otros, pero lo cierto, es que renovó a su antojo, la interpretación clásica), ansíaba los grandes guiones, los directores de renombre con los que trabajaba y los altos presupuestos que la Metro le adjudicaba a los proyectos de Joan Crawford, además, se comentaba, que la consideraba inferior en cuanto a talento. También le irritaba sobremanera la supuesta hipocresía de la actriz, en público se desvelaba como una puritana y privadamente era todo lo contrario, a Bette no le gustaban las falsas imágenes intachables de las estrellas, ella solía mostrarse brutalmente honesta, aunque le cayesen duras críticas y se granjeara muchas enemistades en el star system. Durante toda su carrera, tuvo fama de ser una intérprete complicada en los sets de rodaje.


El gran director pero injustamente poco valorado, Robert Aldrich se le ocurrió la idea de juntar en pantalla, a dos de las mayores estrellas de la época más dorada del cine americano, que en aquella época ya no ostentaban el esplendor artístico de antaño (la Davis, tuvo una época de vacas flacas, donde incluso, ante el escaso trabajo que le ofrecían, llegó a pedir empleo mediante un anuncio en Variety), para una película inquietante, intensa y claustrofóbica que reflexiona sobre la envidia, a través, de dos actrices infantiles fracasadas que se ven obligadas a convivir. El rodaje de ''¿Qué fue de Baby Jane?'', resultó ser un infierno, ante las constantes peleas de estos dos colosos interpretativos con temperamentos muy fuertes, Joan Crawford volvió a intentar seducir a Bette mediante regalos al comienzo del rodaje y ésta los rechazó de nuevo y le avisó que parara de hacer eso, se tomó fatal los desplantes de la Davis y le hizo la vida imposible en el set y ella le pagó con la misma moneda. La furia se la tragó su pobre hija Christina y a partir de las negativas de la Davis, Joan empezó a tratarla de manera distinta, con condescendencia y altivez. Aunque testigos del set, relataron una versión totalmente opuesta, que sin haber cultivado una amistad entre ellas, fueron sumamente profesionales la una con la otra, aunque por otro lado, nadie niega, lo que se ha dicho en infinidad de ocasiones, que en ese rodaje, había mucha tensión. Robert Aldrich, contó, que ambas, lo llamaban por teléfono todas las noches, intentando conseguir que su personaje respectivo tuviese más peso en la historia que el de su oponente.


Tal era la manía que Joan le tenía a Bette, que cuando su compañera de reparto resultó nominada por ''¿Qué fue de Baby Jane?'' y ella no, pactó con el resto de actrices de la categoría de Mejor actriz en los Oscars, que si alguna ganaba y no podía ir a recoger el premio, ella lo recibiría en su nombre, como así fue, resultando ganadora la estupenda interpretación de Anne Bancroft en ''El milagro de Ana Sullivan''.

La relación entre estas dos divas, era una mezcla de odio y rivalidad profesional, ninguna quería ser menos que la otra. Crawford y Bette públicamente, se lanzaban dardos envenenados la una a la otra constantemente. La Davis, actriz de mirada pérfida y fascinante, tenía muchas enemistades en la industria, debido a su poco tacto a la hora de hablar y a su complicado carácter, criticó abiertamente a muchos de sus compañeros de profesión, como la citada Crawford, Miriam Hopkins (fue amante de uno de sus maridos, el director Anatole Litvak) o Errol Flynn, entre otros. Una de sus pocas amigas actrices, era Olivia de Havilland.

Lo cierto, es que, Joan y Bette, eran más parecidas de lo que les gustaría admitir: dos mujeres conflictivas de carácter temible, grandes damas del mejor melodrama clásico, tenían predilección por interpretar a personajes de mujeres fuertes e independientes habitualmente, reconocidas a nivel artístico y con relaciones muy problemáticas con sus hijos.

Robert Aldrich, quiso repetir la jugada para ''Canción de cuna para un cadáver'', pero Crawford sabiendo el ''aprecio'' que le tenía la Davis, se negó a aceptar el papel, ninguna de las dos, deseaba aparecer de nuevo juntas en pantalla, de hecho, pretendían que para sus escenas conjuntas se utilizaran dobles, el director no estaba de acuerdo.
Finalmente, recurrieron a una de las amigas más fieles de Bette y con la que ya había trabajado anteriormente para que tomase el personaje de la Crawford, la versátil Olivia de Havilland, que bordó magistralmente uno de sus escasos papeles de villana. También se barajó a Vivien Leigh, que fue la elección personal de Bette, pero ésta rechazó la oferta, asegurando lo siguiente... ''Podría quizá mirar el rostro de Joan Crawford a las siete de la maña­na en una plantación del Sur. ¡Pero desde luego no podría mirar al de Bette Davis!''.


Citas de Bette sobre Joan Crawford

«No la mearía aunque estuviese ardiendo en llamas»
«Ha dormido con todas las estrellas de la MGM, menos con la perra Lassie»
«Uno nunca debe decir cosas malas sobre los muertos, sólo se deben decir cosas buenas... Joan Crawford está muerta, ¡qué bien!» (al morir su eterna rival).


Curiosidades de ''¿Qué fue de Baby Jane?''

- La curiosa joven vecina de Blanche y Baby Jane es Barbara Merrill, la hija de Bette Davis en la vida real.

- La peluca que usó Bette Davis en la cinta fue usada por Joan Crawford en una de sus primeras películas para MGM.

- Las escenas de las películas que son protagonizadas por Jane son de Ex-Lady y Parachute Jumper, películas que Bette Davis protagonizó en 1933. Las escenas en las que salía Blanche pertenecen a la película de Sadie McKee de 1934.

- Durante el rodaje, Bette Davis tenía una máquina dispensadora de Coca Cola instalada en el set para así enojar a Joan Crawford, ya que su esposo era un alto ejecutivo de Pepsi.

- En la escena de los golpes, Bette Davis golpeó a Joan Crawford en la cabeza y ella necesitó puntos. En las escenas en que Bette Davis debía arrastrar a Joan Crawford, esta última puso pesas en sus bolsillos para que la Davis se dañara la espalda.

- Bette Davis se negaba a quitarse el maquillaje después de cada día de rodaje, con la intención de acumularlo para que su personaje se viera más ajado y tétrico a medida que iba perdiendo la razón.

- Joan Crawford rechazó el papel de Baby Jane porque le parecía una mujer demasiado fea.



viernes, 20 de diciembre de 2013

Joan Fontaine, la frágil

 Joan Fontaine (Tokio, 1917- California, 2013)


 “He tenido una vida tremenda. Y no sólo en lo que se refiere a la interpretación. He participado en carreras en globo, he pilotado mi propio avión… he hecho un montón de cosas excitantes”.



Los pocos testigos de un cine clásico hollywoodiense que ya no volverá, se están apagando irremediablemente, en los últimos días, hemos tenido dolorosas pérdidas para cualquier buen cinéfilo que se precie, han pasado a mejor vida: Eleanor Parker, Joan Fontaine y Peter O'Toole. Así es la vida, nacemos y morimos, pero personalmente, me golpea fuertemente que gente tan grande, se nos vaya. Por fortuna, siempre nos quedarán sus grandes películas, sus recientes fallecimientos, deberían de incentivar para recuperar esas joyas inolvidables de sus filmografías y ponerse seriamente a visionarlas o reverlas, a modo de homenaje a su legado artístico y su icónico talento.


Como estaba comentando, esta semana, se nos iba una de las estrellas más rutilantes del Hollywood dorado, Joan Fontaine, actriz perfecta para papeles de mujeres frágiles, ingenuas e introvertidas, los cuales, los bordaba. Su frágil y dulce rostro, claramente, limitaba sus posibilidades a la hora de interpretar, como a tantos otros actores. Fue la única intérprete que trabajó con el maestro del suspense Alfred Hitchcock y consiguió un Oscar por su estupenda labor, este reconocimiento le llegó por ''Sospecha'', convirtiéndose en el único premio de la Academia que le fue concedido. El año anterior, había estado nominada por ''Rebecca'', la primera producción americana de Hitchcock, que tuvo un complicado rodaje. Fontaine estaba incómoda en el set, porque Laurence Olivier la odiaba (su deseo personal era que su esposa Vivien Leigh diera vida a su pareja, pero el productor David O. Selznick impuso a Joan, al quedarse prendado de ella en una cena en la que habían coincido) y el malvado Hitchcock fomentó esta tensa situación en favor de la credibilidad de su personaje (de hecho, aumentó este ambiente crispado, engañando cruelmente a Joan, haciendole creer que todo el equipo de la película la despreciaba), que se hallaba en una situación similar. El mítico realizador, admiraba su control interpretativo y su templanza, tanto que según Cary Grant, durante el rodaje de ''Sospecha'', Fontaine recibió un trato de favor por encima de su partenaire, supuestamente esta actitud, molestó al legendario y carismático actor. En honor a la verdad, tanto Fontaine como Grant, merecían las mismas alabanzas, ya que, están excelentes. En mi opinión, la mejor interpretación de Joan Fontaine es la que realiza en esa obra maestra del melodrama que es ''Carta de una desconocida'', es un papel que le sienta como un guante es cierto, pero hay que reconocer, que está espléndida. Su elegante y sutil presencia engrandece esta hermosa y desesperada película sobre el amor no correspondido. Era una gran actriz, pero que personalmente no me convence tanto como Olivia, en el aspecto interpretativo, por supuesto.


Joan Fontaine, vivió su mayor etapa de esplendor en los años 40, en la cual, su carrera se caracterizó por un determinado perfil de personajes: mujeres excesivamente vulnerables y tímidas. Mucho más limitada interpretativamente hablando y con menos fuerza escénica que su odiada hermana Olivia de Havilland, tardó en salir de su zona de comodidad actoral, hasta casi rozar o tocar por momentos el temible encasillamiento dentro de una carrera plagada de altibajos. Intentó desligarse de sus papeles de ''mosquita muerta'', con algunos retos artísticos que se alejaban de su cándida imagen cinematográfica habitual, como por ejemplo, el personaje que desarrolló en ''El bígamo''. En general, no tuvo los grandes papeles de lucimiento que sí le ofrecían a Olivia, ambas rivalizaban por los mejores roles femeninos de la industria cinematográfica americana. Fontaine terminaría refugiandose en el teatro y en el medio televisivo hasta su retirada definitiva.


Olivia y Joan, tuvieron una relación complicada desde la niñez, en la cual, ambas se peleaban por el respeto y cariño de su madre, que había sido también actriz. Su progenitora tenía especial predilección por Olivia, solamente a ella le permitió quedarse con De Havilland como apellido artístico. Una vez, que ambas ya habían conseguido ser actrices profesionales, la tirantez y la rivalidad habitual de su relación fraternal se acrecentó. A raíz del Oscar de Joan por ''Sospecha'' en la ceremonia de 1942, Olivia que esa noche también estaba nominada por ''Si no amaneciera'', le hizo la cruz definitivamente a su hermana y desde ese momento, su debilitada unión familiar se rompió. Éste no fue el único incidente sonado en las ceremonias de los Oscar, posteriormente, en 1947, cuando Olivia ganó por fin su primer Oscar por su magnífica interpretación en ''Vída íntima de Julia Norris'', se negó a aceptar la felicitación de su hermana, el enfado se debía no solamente a su relación ya deteriorada de por sí, si no también, a unas desafortunadas declaraciones públicas de Fontaine sobre el primer marido de Olivia. Toda una vida de amargos enfrentamientos y reconciliaciones temporales, hasta que en 1975, debido al funeral de su madre, rompieron definitivamente el limitado contacto que les quedaba. Fontaine acusó a De Havilland de no avisarla de la fecha del funeral, por su parte, Olivia aseguraba lo contrario y añadiendo, que simplemente su hermana menor declinó asistir. Una relación familiar explosiva, que ha alimentado titulares desde los comienzos cinematográficos de estas dos irrepetibles actrices.

sábado, 14 de diciembre de 2013

''El asunto del día'' (George Stevens, 1942)


Para mí, George Stevens es una de las figuras más fascinantes y dignas de estudio del cine clásico americano. Tras unos inicios en los que hizo todo tipo de cine fundalmentalmente en la RKO (incluída una primera etapa como ayudante de cámara en los cortos de El gordo y el flaco) con una clara preponderancia de comedias de alta escuela, la carrera de Stevens dio un brusco giro tras su alistamiento como voluntario en la II Guerra Mundial y sobre todo tras presenciar y filmar los horrores cometidos en el Campo de Concentración de Dachau.

Gran parte de las horribles imágenes documentales de los campos de exterminio nazi que aún se conservan fueron filmadas por la cámara de George Stevens. Este hecho supuso que tras su incorporación a la vida civil, una vez concluída la Gran Guerra, el cine de Stevens evolucionará hacia un tono más sombrío y pesimista. Las comedias costumbristas dejaron paso a películas de tono nostálgico y a profundos y negros dramas humanistas, en los cuales Stevens dejaba poco resquicio para la esperanza.


''El asunto del día'' fue una de las últimas comedias del genial director americano. Lo primero que llama poderosamente la atención del film es su espléndido e irrepetible reparto, pues la cinta está protagonizada por un trío de excepción: Cary Grant, Jean Arthur y Ronald Colman, a los cuales les acompañan una corte de secundarios de lujo del Hollywood clásico. El tono de la película recuerda y mucho (y no sólo por la presencia de Jean Arthur como protagonista femenina) al cine idealista de profundas convicciones civicas de Frank Capra así como a las ácidas comedias de elevado contenido social de Gregory La Cava.

Porque como en las mejores películas de Capra o La Cava, la película ostenta un intenso mensaje crítico en contra de los vicios y corruptelas imperantes en las instituciones y círculos de poder instaurados, en este caso, en una bucólica ciudad estadounidense que sirve de microcosmos en el que verter la idiosincrasia imperante en el país, así como la intolerancia e hipocresía existente en una América que aún ponía en duda su participación y papel en la II Guerra Mundial. Igualmente la cinta lanza una inteligente metáfora acerca de la compleja línea que delimita los caminos de la justicia en una sociedad corrompida por arcaicos y graníticos convencionalismos que otorgan el mejor premio a las actitudes más sinuosas y deshonestas castigando por el contrario las posturas más cándidas y decentes.


Este mensaje inserto en la trama conforme avanza el metraje otorga al film unas sorprendentes gotas melodramáticas, en las que incluso hay espacio para que broten del seno de las mismas, los esquemas paradigmáticos del cine clásico de suspense (ésto es, la trama clásica de la lucha por defender la inocencia de un falso culpable). Todo ello es encajado con la precisión de un cirujano por Stevens dentro de los axiomas de la comedia sofisticada de los años cuarenta gracias a la utilización del típico recurso cómico de recurrir a una historia de situación y confusión de personalidades, muy habitual por ejemplo en las posteriores comedias de Rock Hudson y Doris Day (como por ejemplo, ''Pijama para dos'' o ''Confidencias de medianoche'').


Para poner la guinda al pastel, la cinta del mismo modo teje un poderoso triángulo amoroso trazado a través de una maravillosa fábula romántica de enredo en la que la avispada protagonista femenina, la cual como no podía ser de otra manera, es una mujer dotada de una fogosa personalidad que arrasa y enamora a todo bicho viviente (sólo como Jean Arthur sabía plasmar en pantalla), se enamora y se encuentra por tanto en la encrucijada de tener que elegir entre el guapo desgraciado e injustamente perseguido amigo del cual ha estado enamorada desde su más tierna infancia y cuya defensa y protección se ha asignado como principal misión o elegir entre el recién llegado inquilino, ésto es, un maduro, erudito y aburrido profesor de Derecho, para el cual en principio la dotrina promulgada en las leyes escritas en los manifiestos legislativos imperan sobre el instinto y el sentido común.

La cinta comienza con la evasión de la cárcel del pueblo en el que se sitúa la trama, Leopold Dilg (Cary Grant) un trabajador de la factoría que mantiene el motor económico del pueblo que había sido encarcelado injustamente al ser acusado de provocar el incendio de la fábrica, el cual provocó la muerte del Gerente. En su desesperada huida Leopold, se refugia en casa de Nora (Jean Arthur), una antigua amiga de la infancia secretamente enamorada de Leopold. Sin embargo, a la apartada casa de campo de Nora arribará Michael Lighcap (Ronald Colman) un afamado y gris profesor de Derecho, que ha alquilado una habitación de la casa de Nora, para pasar tranquilamente el verano estudiando, para poder optar así a un puesto en el Tribunal Supremo.

Si bien Nora iba a abandonar la casa con la llegada del nuevo inquilino, la necesidad de propiciar un refugio en el ático de la casa para de este modo esconder al desgraciado Leopold, con objeto de poder ganar tiempo suficiente para obtener las pruebas necesarias para demostrar la inocencia de su amado, obligan a Nora a permanecer en la casa, ofreciéndose como asistenta al magistrado Michael. Igualmente un encuentro fortuito entre Michael y Leopold obligará al evadido a adoptar la personalidad del ficticio jardinero de la casa. Conforme pasa el verano, se establecerá una sincera relación de amistad entre Michael y Leopold, los cuales se enamorarán de la bella Nora, la cual además de tener que elegir entre uno de los dos pretendientes, pondrá todo su empeño en desenmascarar al verdadero culpable del incendio de la fábrica.


Sin embargo, la publicación de la foto del fugado en el periódico de la localidad, desenmascarará la auténtica personalidad de Leopold, poniendo ésto a Michael en la encrucijada de tener que elegir entre denunciar al evadido para cumplir con su deber de futuro magistrado de la Corte Penal o ayudar a su amigo a demostrar que no es el auténtico culpable de los hechos que se le achacan. Decidirá seguir siendo un hombre gris carente de sentimientos o el despertar del amor harán brotar en Michael los sentimientos humanos que parecía carecer a su llegada a la casa?

Con estos mimbres, Stevens construyó una comedia deliciosa, poseedora de un ritmo dinámico y emocionante y sobre todas las cosas, terriblemente entretenida, la cual huele a Hollywood dorado en cada plano que la forma. Llama la atención el papel de Cary Grant, ya que aunque la cinta se produjo en el momento de mayor brillo artístico del actor británico, Grant juega un papel secundario en el devenir de la trama, siendo un espléndido Ronald Colman, el que sostiene con una interpretación hipnótica el peso de la cinta junto con la maravillosa Jean Arthur. Como seña característica de Stevens, además de los intérpretes, el otro protagonista de la historia, es sin duda, la casa en la que acontece la epopeya, a la cual Stevens dota de un espíritu esencial para que fluya el relato.

Sin duda, ''El asunto del día'' es una de las películas, tanto en espíritu como en diálectica, más Caprianas de la Historia del Cine. Stevens edificó una bonita e inspiradora historia romántica, en la que se nota claramente la influencia de los grandes maestros de la comedia clásica americana de los años treinta y cuarenta. Un magnífico y recomendable testamento póstumo de una forma de hacer cine que se extinguiría en pocos años como consecuencia de la amargura que se instauró en el alma de los autores americanos que participaron en la II Guerra Mundial.



Por Rubén Redondo.

martes, 10 de diciembre de 2013

Centenario Vivien Leigh: ''The Deep Blue Sea'' (1955)


 En esta ocasión, nos detenemos a comentar, una de las películas más desconocidas de Vivien Leigh, que no resulta fácil de hallar, ''The Deep Blue Sea'' (1955), primera adaptación cinematográfica de la obra de teatro del dramaturgo británico Terence Rattigan, titulada ''Un profundo mar azul'', que conoció una versión más actual, con Rachel Weisz en el papel femenino principal, de nombre Hester, una mujer casada que se enamora de manera destructiva de su amante, al desarrollar una fuerte dependencia tanto emocional como física.


Anatole Litvak y Terence Davies se hacen cargo de trasladar a la gran pantalla una obra poco acessible por su densidad argumental debido a su carácter marcadamente introspectivo, ambos dirigen con gran sobriedad, pero a título personal, en la más clásica encuentro una cierta frialdad imperante e irregularidad en su conjunto, que sin embargo, en la revisión más reciente del mismo material, aunque subyace una sequedad latente, en general, la encuentro más apasionada y desgarradora narrando ese romance prohibido y adúltero, que no tiene ningún futuro, a su vez, hábilmente, el realizador envuelve la historia en una atmósfera melancólica y deprimente que resulta cautivadora.


 Pese al demostrado oficio de Litvak para dirigir melodramas, Davies, es más capaz de profundizar en los conflictos internos y sentimientos de Hester y por extensión, reflexiona sobre la fragilidad del amor. Por consiguiente, mientras que Litvak firma un melodrama rutinario plano, Davies consigue extraer mucho de la sencilla premisa inicial, convirtiendo esta historia, por momentos, en auténtico cine y dolor. La película de Davies se sirve de un ritmo excesivamente pausado, que puede llegar a desesperar al espectador menos acostumbrado a este tipo de largometrajes. Pese a sus visibles altibajos, es una cinta que me dejó la sensación de que merecía la pena, sobre todo por determinados momentos inspirados, donde las emociones de la pareja principal, traspasan la pantalla. Pero, especialmente, ambas películas, se sustentan, en estupendas interpretaciones de dos actrices que son ideales para papeles de mujeres frágiles, las intensas Vivien Leigh y Rachel Weisz.

En definitiva, esta versión de ''The Deep Blue Sea'' de 1955, es una correcta película para admiradores incondicionales de Vivien Leigh, entre los que me incluyo. 

 

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