El refulgente brillo de un mundo decadente
Se trata de una de las primeras películas que simbolizan el espectáculo cinematográfico total tal y como lo concebimos en la actualidad y una clara muestra del depurado clasicismo de la época de los grandes estudios de Hollywood. A menudo se le achaca a esta película una defensa de los valores conservadores que en cierta forma pervivían en el sur de los EE.UU, de ser un producto excesivamente empalagoso y de escasa profundidad… A este respecto hay que decir que no les falta cierta razón a esas críticas ya que se nos presenta una visión en exceso sesgada del mundo del viejo Sur, demasiado suavizada oportunamente por su productor y gran artífice David O. Selznick.
La fuerza y el ritmo que posee la película cautivan, olvidando el espectador de alguna forma, la verosimilitud en la construcción del marco histórico donde todo ocurre. Dicho esto, lo más importante de la película y lo que ha ejercido una fascinación extraordinaria sobre generaciones y generaciones de espectadores, es cómo unos personajes llenos de pasión y testarudez algunos y de bondad y nobleza otros, luchan contra las adversidades: la guerra, la pobreza, el desamor y la muerte. Así, la gran virtud de la película es conjugar la épica con el intimismo de carácter folletinesco impregnado de un desatado romanticismo, todo ello bien es cierto servido a través de un guión filmado decididamente de forma irregular…ya que la fluidez a través de numerosos encadenados y elipsis de la primera parte, contrastan con un ritmo más cadencioso en la segunda, dicho guión apareció firmado por Sidney Howard en solitario, aunque Oliver H.P. Garrett y especialmente Ben Hecht colaboraron en la adaptación cinematográfica de la extensa novela homónima de Margaret Mitchell.
Por supuesto otro de los logros de la película es su espléndida factura técnica, la fotografía marcará un antes y un después en el uso del technicolor. Sus responsables: Ernest Haller y Ray Rennahan logran un espléndido trabajo en el uso de las diferentes iluminaciones de los ambientes así como una extraordinaria movilidad de la cámara a través del travelling y la grúa. En cuanto a la música, poco se puede añadir de la fabulosa y atronadora partitura de Max Steiner, especie de poema épico y que inicia la película anunciando que vamos a ver una tormentosa e intensa historia.
Parte fundamental por supuesto son los actores. La arrebatadora, indestructible y caprichosa Scarlett O´Hara es interpretada de forma insuperable por una espléndida Vivien Leigh; Rhett Butler el aventurero romántico con el corazón roto de amor, también resulta sobresaliente con la presencia arrolladora de Clark Gable; también muy bien en sus papeles están Olivia de Havilland como la bondadosa y sufrida Melanie Wilkes, y su esposo el clásico galán sureño encarnado por el actor inglés Leslie Howard. Película fundamental en la Historia del cine, especialmente por la magnitud de su producción, hay que juzgarla eso sí en su justa medida, lo que es indudable es que se trata de una gran película.
NOTA: 8.
Por Juan Murillo Bodas
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