Una pesadilla en tu propia casa
En ocasiones, a lo largo de la Historia del Cine se ha mitificado en exceso la figura del director-autor como si única y exclusivamente importará la singularidad de éste. En realidad, lo único que importa es la película, si nos mueve al llanto, si nos invita a reflexionar, a sonreír... o si nos provoca angustia y desasosiego como ocurre con ésta.
Así, Anatole Litvak probablemente no pasará a la Historia por ser un realizador con una gran personalidad, ni por ser excesivamente brillante o imaginativo, sin embargo, nos ha dejado estupendas películas como Sorry, wrong number, un excelente thriller con aires de cine negro que a pesar de decaer algo en su tramo central y de que ha pasado mal el tiempo por ella, debido a que se trata de la adaptación al cine de un serial radiofónico de Lucille Fletcher, que ella misma realiza y de que las constantes llamadas de teléfono lastran el ritmo de la narración.
Sin embargo, la película se sostiene gracias a la extraordinaria actuación de la genial Barbara Stanwyck, que nos ofrece el retrato de una mujer hipocondríaca pero con mucho carácter como suele ocurrir en los personajes que interpreta, por otra parte Burt Lancaster nos ofrece una actuación demasiado lacónica, sobre todo teniendo en cuenta el tipo de papel que interpreta.
La película está estructurada, en torno a cuatro flashbacks narrados en voz en off de cuatro personajes diferentes. La película logra captar la atención desde un primer momento, todas las piezas del rompecabezas narrativo se van uniendo para llegar al final, hay saltos temporales constantes, pero a pesar de ello, la película nunca se desdibuja ni pierde su unidad, si no todo lo contrario, no es una película que jugue con el espectador ocultándole información, en ese sentido está influída por el tipo de películas que en ese momento, estaba realizando Alfred Hitchcock.
El siempre destacado trabajo de fotografía de Sol Polito (Sargento York, Arsénico por compasión o Robin de los bosques con Tony Gaudio) se ve algo mermado por la escasa imaginación de Litvak para la puesta en escena y se limita a mostrar de forma descriptiva y claustrofóbica los espacios en los que se desarrolla la acción, que son mayoritariamente interiores, en ocasiones le falta algo de fluidez, notándose en exceso los movimientos de cámara.
Lo mejor de la película, es el dramatismo íntimo que nos ofrece, por eso está a medio camino entre un melodrama exaltado en algunos momentos y en otras ocasiones, en cine negro. Muy entretenida, muy recomendable, especialmente para los admiradores de Barbara Stanwyck y del thriller clásico americano.
NOTA: 7.
Por Juan Murillo Bodas.
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